domingo, 25 de noviembre de 2007

Esa noche... (Con cariño, par ti)

Primero, pido perdón, por publicar esto… es lo mejor que puedo hacer...

“02:50 a.m. Domingo, 18 de Noviembre.

Insomne, camino por la casa; prendo otro cigarrillo y miro como se desliza suave el whisky por el hielo.
Lo extraño, extraño la certeza de su compañía, extraño verme reflejada en sus ojos profundos, extraño saber que está ahí, para mí… para mi locura, siempre “Al pie de mi cañón”, como me diría él.
Y esa noche pasa lento frente a mis ojos… ¿Qué estará mal en mí, que no puedo quitarme esa noche de la cabeza?..."



-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-ESA NOCHE-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¿Sabes cuál es el problema?... ¡Qué aún amas a tu mujer! Vives negándolo, pero en el fondo, la amas, siempre lo has hecho.
-Vamos Anne, no digas eso, tú mejor que nadie, sabes que no es así.
-Soy tu amiga, por eso lo sé, mejor que nadie.

Su reacción fue brusca, el alcohol en sus venas, generalmente lo hacían prescindir de toda su ternura. Una fracción de segundo y su boca besaba la tuya frenéticamente. No era la primera vez… Algún día debía repetirse.
-Anne, me encantan tus besos.
-Ya vamos, es tarde, me voy a quedar sin locomoción.
Tomo tú mano fuertemente y caminaron así, lento. Tu mente sólo sabía de esa mano, que te apretaba, te estrujaba los dedos, como para no dejarte ir.
Ya en el paradero, la locomoción escaseaba, él se sentó apoyado en el cemento del enrejado y te acerco a su cuerpo, te acomodo entre sus piernas. Esto debía detenerse… Si, una cosa era amarlo como nunca a nadie, con amor limpio y otra muy distinta, era la carne; esa carne que domina y grita. Quisiste liberarte, pero la contradicción que provoco puedo más que tus intenciones. Su boca reprochando como un niño, el abandono al que lo habías sometido y su cuerpo buscándote, encontrando tu cuerpo. No quería dejarte ir y ¡maldición, ese hombre te conocía tanto y tan bien!
Tu cuerpo y tu corazón en un debate abierto y violento: “El amor y sus heridas o por fin su piel, su carne, su boca…”
- Tengo que irme.
- No, tomemos la última cerveza.- Te dejaste convencer.
Era extraña la circunstancia, los papeles se invertían y eso es lo peor que nos puede suceder, actuar como nunca lo hemos hecho, ser uno la parte sensata, para calmar la necesidad del otro. Si, es demasiado extraño… Seguirías siendo la sensata, al menos hasta donde te durara la voluntad, pero un poco más de su locura no te haría mal.
Entraron en un bar. Escogieron una mesa retirada, con música suave y poca luz. Pidieron dos cervezas, te beso y fue a comprar cigarrillos a la barra… Al volver se encontró con el tipo que se había acercado a ti e insistía en brindarte su compañía.
-¿Algún problema con “mi mujer”?

El tipo se retiró y ese “mi mujer”, removió anhelos que nunca le confesarías, como tantas otras cosas… anhelos que creíste haber olvidado: conocerlo antes que ella, darle todo lo que ella le negaba, amarlo cada día, cuidarlo en las noches, en sus enfermedades, compartir su vida, su alegría, ser la madre de su hijo, vivir para él…
Entonces la insistencia:
- Quédate conmigo esta noche, sólo quiero tu amor.
- No, sabes perfectamente que pasaría.
- Anne, por favor, sólo quiero tu cariño.
- No
- Dormir abrazado a ti.
- No, no… escúchate, escucha lo que me pides.
- Pero Anne…
- Me pides justamente lo que me has negado siempre ¿te parece justo?

Pero su boca y sus manos pudieron más en ti, que todo lo que él te enseño a fuerza de dolor, que todo el orgullo acumulado.
La pieza de un hotel, su boca y tu boca… una cama esperando.
Se acostó y te atrajo a su cuerpo, te abrazo con fuerza, con dolor, con todo el amor reprimido. Talvez para él había sido más difícil, él siempre se lo guardó, tú te diste libertad para hablar.
- Te amo, Dios mío, te amo tanto, niña…

Y todo tu mundo derrumbándose impetuosamente… ¿Cuánto tiempo queriendo, anhelando esto? ¿Y hoy te rehúsas? Hoy ya no es justo. Y reíste, era eso o romper en llanto y te aferraste a él.
-Te necesito tanto… te amo tanto.

Y tus palabras le dieron alas a su boca y sus manos. Que suaves empezaron a hacerse camino, que corrían despacio por tu piel.
- ¿Me amas más que a él?
- Más que a él, amor… mucho más que a él y mil veces más que ella.
- Si, lo sé.
Y entendió que tus palabras no eran más que amor, suplicando por su amor y su cuerpo te invito a bailar la melodía que compuso su boca, en las fibras de tu piel.
¿Cómo no desear que sigas viviendo para ti? ¿Qué te amara así cada día, estremeciendo tu carne? ¿Cómo no desear, escucharle decir que te ama, con un hilo de voz?

No esperaron el amanecer, no podían permitirse ese “gusto”, la vida los esperaba.
Y tuviste miedo, el camino los había hecho tan cobardes… Tanto amor y antes de poder despertar, ya estaban pactando otra vez, algún tonto y absurdo acuerdo. Su amor te desarmó, te dejo sin argumentos, para toda la larga vida.
Ahora, les queda todo lo demás, todo eso por lo que tanto han luchado, pero el recuerdo siempre vuelve y te ves obligada a evaluar la vida, a cuestionar cada momento y la lucha parece tan absurda.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

“…Si recuerdo cuanto lo amé esa noche… Recuerdo cuanto lo he amado todos estos años. Pero mi alma se acostumbro a negarlo.”

5 comentarios:

Jim™ dijo...

Mi postura no cambia! No, señor!
Siempre, hay soluciones para todo...

Lilo dijo...

JA! talvez...

KiLLeR_yyt dijo...

ME HACES FALTA...

Francesca dijo...

Suele suceder

Fel. dijo...

y te vas así sin mas?...


no me parece justo