There’s two
days in my life that i will never forget… two crazy days…
Es un juego, peligroso y dulce… tus manos, tus
besos, tu piel me han convencido…
Fue tan insistente que no pude negarme más… lo
hice por tanto tiempo, que en lo que yo supongo fue una broma, le dijo a Nicole
que sólo le faltaba venir a mi arrastrándose. Entonces, que más podía hacer.
¿Porqué seguir negando lo que yo también deseaba?...
Es simple, él me atrae
fuertemente, es lindo, es simpático y empezaba a convertirse en una especie de obsesión,
un poco peligroso también, pero que más da… estoy sola, nada me ata a nadie y a
nadie le importa mucho lo que yo haga o no en ese plano.
Pero si, sostuve una gran batalla, Deseo vs.
Moral.
En fin, le dije que si, que bueno, que íbamos a
salir, pero que sólo sería para bebernos aquellas cervezas a las que me invito.
Sonrío para si mismo y estuve a punto de retractarme. Es que debiste ver su
sonrisa… era como la de él que ya ganó todas las batallas.
Nunca me sentí tan nerviosa antes…
Llegué al pub en el que me citó 15 minutos antes,
por si me arrepentía… pedí una cerveza para calmar las ansías y me encendí un
cigarro. Si, lo dejé… pero necesitaba algo que me apaciguara… y deje mi
imaginación perderse en los mil trecientos argumentos que necesitaba para que
no pasara, lo que sabemos, podía ocurrir.
5 minutos antes de las 20 hrs. Llego él y yo que
ya había construido todo un castillo de argumentos, perdí la noción del tiempo
y del espacio, sólo con verlo sonreír aliviado al verme.
¿Qué tiene este hombre, que me hace débil y
manejable? Me saludo con un beso en los labios. Tierno, lento, amable… como
quién besa a su novia de años. Sus ojos sonrientes son un hipnotizante péndulo
para mi… pensaras que perdí la cordura y tal vez estés en lo cierto. Pero cuando
alguien te regala vida, no deberíamos cuestionarnos.
Bebimos, reímos, hablamos, me agradeció tantas
veces por darle la oportunidad. Me tomó las manos, me abrazo a su antojo. Como
quien posee, como quien se sabe dueño de…
No me emborrache, más que de él, no puedo culpar
al alcohol. Lo dejé hacer, guiar… no pensé siquiera en oponer resistencia… mi
nombre en sus labios suena a pasión, a ternura, a devoción.
Condujo en silencio hasta su departamento, no
prendió la luz cuando entramos, sólo me beso y me desnudó. Mis piernas
alrededor de su cintura, mis brazos aferrados a su cuello… me beso eternamente
mientras me llevo hasta su cama. Me dejo desvestirlo, me dejo besar su dulce
piel.
Es una droga… adictiva y peligrosa…