Evanescence.
domingo, 2 de marzo de 2008
My LaSt BrEaTh*.*
Evanescence.
lunes, 18 de febrero de 2008
POR FIN!!!!
domingo, 10 de febrero de 2008
Deja que me siente y te cuente...

Ahí estábamos, él tratando de sonreírme, lo imagine buscando palabras como yo y sólo encontrando un negro pozo vacío en su mente.
Vamos, me dije, no eres una niña, relaja la situación.
Pero me costo un par de minutos ponerme de pie, buscar algo de música… Lentos, clásicos en ingles… Bien me dije, que sepa que lo quiero conquistar, que lo quiero cerca de mí.
Llene las copas y lo invité a pasar al living… El calor hacía todo más difícil, mi mente se atonta en el calor.
Lo dejé mirando mis libros, mientras me disponía a lavar la loza y ordenar un poco. Llego por mi espalda, sin que lo sintiera y sus manos acariciaron mi cabello, mi cuello… Me dijo te ayudo y se puso mi delantal de winnie de pooh, que estaba colgado en la cocina. No pude más que reírme, al verlo así… y él se río conmigo… Eso debió relajar el ambiente… él lavaba yo secaba y conversábamos de lo difícil que nos había resultado esta primera cita con aires románticos.
Al terminar nos fuimos al living… Volví a llenar las copas, el vino y el valor, la templanza disipándose y nosotros volviendo a ser los cómplices de siempre, los imanes atrayéndose tan poderosamente, sólo que en otro plano, en el de “enamorar” al otro.
Era raro jugar con él al romanticismo y fue más raro aún verlo acercarse lento e invitarme a bailar.
Acomodarme en su pecho, mis manos en su cuello… nunca antes había notado que tanto más alto era que yo… y me deje conducir por el ritmo lento de esa vieja canción… y el mundo se volvía a desvanecer bajo mis pies, a mi alrededor…
Nada excepto él y yo; su cuerpo, el mío y el susurro de esa canción en mi oído
Sometimes I wonder
Si, nunca antes lo había tenido así, rendido frente a mí, desarticulado como yo… nunca antes lo había mirado con estos ojos con los que lo miré esa noche…
Hoy haciendo el balance, mientras te cuento esta historia y su cabeza descansa en mis piernas y duerme placidamente, y suena la misma canción de Bad English… me resulta un poco extraño, fuimos al revés… primero nos desbordo la pasión, después mucho después, nos entregamos a esto que nos une, mucho después estuvimos dispuestos a conocernos, aceptarnos y amarnos…
Aunque la tensión que le produce su carne a mi sangre, nos siga enloqueciendo.
Si, esa noche dormimos juntos como tantas otras veces, pero hicimos el amor y eso es mucho mejor que sólo tener sexo… y despertamos abrazados, y me sonrío cuando a duras penas abrí los ojos y me dijo “Hola dulce”, mientras yo trataba de procesar todo y descubría cuanto me gustaba esta nueva manera de “estar juntos”.
Y eso, los detalles, los detalles te los doy después.
sábado, 2 de febrero de 2008
A gift******
AUSENCIA DE DIOS (Benedetti)
Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.
Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.
Ahora que miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.
Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
domingo, 20 de enero de 2008
domingo, 13 de enero de 2008
Cada sábado
Todo comenzó en Enero del 2006, fue el primer sábado del año… Recurro a las notas a las que haré alusión, a falta de un calendario, para asegurar que fue el sábado 7 de enero.
Legué a trabajar más temprano de lo normal, por ser sábado, día en que la locomoción suele ser un poco más rápida (aún no existía el transantiago).
Pegado en la pantalla de mi computador un papel pequeño y negro doblado a la mitad, letras blancas, sólo cuatro palabras, que no me decían nada…
No le di mayor importancia, lo dejé pasar, creo ni siquiera haberlo comentado.
Llegó el próximo sábado, esta vez no llegue tan temprano… mi compañera de oficina llego primero. Cuando me vio me entrego el papel, me dijo que estaba pegado igual que el otro, según la descripción que me hizo…
Esta vez eran sólo dos palabras, tampoco me hacían sentido alguno…
Busque desesperada entre mi agenda, justo en la hoja que correspondía al día 7 de enero, pegado con la misma cinta que lo habían colgado de mi pantalla, esperaba el bendito primer papel.
Los junte y leí:
*Podés querer el alba.
*Cuando quieras…
Mi compañera me exigió una explicación, pero yo necesitaba lo mismo…
Así sábado a sábado, la nota en papel negro y algún par de palabras blancas, aparecía colgando de mi pantalla, Todos los sábados las pegaba en la fecha que correspondía y saltaba de papel en papel, para unir esas frases…
Pero nada me indicaba una pista o algo.
Así seguí por 44 sábados. La última la recibí el sábado 4 de Noviembre, fue casi todo un año de ilusión, de ansía, esperaba ese día… toda la semana…
Recuerdo muy bien que después de esa última nota, el sábado siguiente, al llegar y no encontrar nada, tuve pena, era como si a mi día le faltará el motor que la movía.
Pero al final logré resignarme, nunca otra nota… Nunca esas blancas palabras que se convertían en un hermoso poema al saltar de día en día.
Ayer por motivos de cambio, embalando mis pertenencias encontré la agenda del 2006, la guarde en mi cartera, no tenía tiempo para repasar si no hasta llegar a mi casa.
Re leí con la ilusión que sentí cada vez que las recibía…
Maldije nunca saber quien pudo enviármelas. Maldije que tan abruptamente dejara de hacerlo.
Hoy se me ocurrió la brillante idea de poner las tres primeras frases en el buscador de Google, ¡¡¡¡bendita Internet!!!!
He aquí lo que me devolvió como resultado
Saberte aquí (Mario Benedetti)
Podés querer el alba
cuando quieras
he conservado intacto
tu paisaje
podés querer el alba
cuando ames
venir a reclamarte
como eras
aunque ya no seas vos
aunque mi amor te espere
quemándose en tu azar
y tu sueño sea eso
y mucho más
esta noche otra noche
aquí estarás
y cuando gima
el tiempo giratorio
en esta paz ahora
dirás
quiero esta paz
ahora podés
venir a reclamarte
penetrar en tu noche
de alegre angustia
reconocer tu tibio corazón
sin excusas
los cuadros
las paredes
saberte aquí
he conservado intacto
tu paisaje
pero no sé hasta dónde
está intacto sin vos
podés querer el alba
cuando quieras
venir a reclamarte
como eras
aunque el pasado
sea despiadado y hostil
aunque contigo traigas
dolor y otros milagros
aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí
Hoy entonces, creo saber quién fue… él siempre con su libro de selección de poemas de Benedetti bajo el brazo, abandonó el trabajo el viernes 10 de noviembre. Guardó en la misma agenda una pequeña nota de despedida que me escribió en el computador, ahí me dejó su número de teléfono y una pequeña reseña de su autor favorito… creo que nunca lo llame. Hoy recuerdo sus ojos grises, sus pasos callados, su linda sonrisa. Recuerdo lo lindo que me pareció cuando lo vi, recuerdo también que no recuerdo su voz, puede ser por las pocas veces que me habló.
Sí, siempre me gusto Benedetti, pero ese poema, justo ese no lo conocía.
domingo, 6 de enero de 2008
No es pecado???...
Con esto que es más una reflección de Benedetti...
Once
Ningún padre de la iglesia
ha sabido explicar
por qué no existe un mandamiento once
que ordene a la mujer
no codiciar al hombre de su prójima.